domingo, 14 de abril de 2013

"Crimen desperfecto"



Hola queridos/as lectores!!! Hoy, muy malvadamente por mi parte, os voy a dejar a pan  y agua. Solo tengo para daros mi relato de la 4ºsesión de Cartapacio, del viernes pasado. El tema: asesinato en el Padre Isla. He decidido pasar de la más que suculenta opción de poner nombres reales, opción permitida esta sesión, para sustituir por seudónimos. Relato ficticio del todo que estaría muy interesante que pasara de verdad, he intentado que tenga bastante tinte negro, aunque no he conseguido hacerme pasar por Philip Marlowe, con la ilusión que me hacía. Se nota bastante que soy yo quién....no, spoliers no, querida Carmencita. Le he dado muchas vueltas a si quitar o no los tacos que me ayudaban a ambientarlo en el ¿relato negro? y el instituto, y al final he decidido hacer una excepción y dejarlos. No sé, es que si uso el truco de sustituirlo por imprecaciones en castellano antiguo no da el pego. Así que correctos adultos, no se piensen que hablo vulgarmente hasta cuando escribo.
 Bueno, a cambio os dejo con una jugosa noticia: en breve y si nadie nos lo impide, tendréis la reseña cinematográfica de "El Club de los Poetas Muertos", esa película que todo el mundo ha visto menos la gente de Cartapacio. Y eso se tenía que acabar, no? Pues nada, habrá que saber la historia de nuestros primos XD. By Carmen:D

 Crimen desperfecto.

<<Joder, tío, qué chungo>> Y después Sergio salió corriendo pasillo adelante, hasta que él y sus frenéticos joderes llegaron a Jefatura de Estudios. Si os sorprende tanto como a mi que esta historia comience con un personaje al que nadie conoce, sin relevancia ninguna; entonces os sugiero que penséis que igual de sorprendido debía de estar Sergio cuando vio el cuerpo

 de Daniel allí, retorcido en el suelo y con la cabeza asquerosamente deformada. Medio pelo lo tenía teñido de rojo, de sangre seca, la misma sangre con la que en el suelo se había escrito: “Vete con los terroristas”, y un símbolo complejo de describir, es especial porque nadie recordaba haberlo visto nunca. Si queréis saber científicamente cómo estaba aquel cuerpo en descomposición yo no soy la más indicada, solo os puedo decir que Nadia se desmayó al ver la cabeza de Daniel reducida a un plancha escarbada de unos cuantos centímetros.

Cuando la increíble capacidad de argumentación de Sergio le permitió explicar el tema del fiambre, prácticamente ya estaba aquí la bofia. Y no sé por qué lo digo así, “la bofia”, cuando debería de decir “ya estaba aquí mi padre”. Porque, querida gente de Cartapacio, ya os adelanto que esta es una historia real, donde yo soy yo y cada uno es cada cual.
Aquella mañana no hicimos nada. Era asesinato, concluyeron muy acertadamente a las once, y nosotros rumiamos la noticia con ganas hasta las dos y media. No penséis que éramos lindos corderitos conmocionados por la muerte de uno de sus compañeros (para ser más exactos, mi compañero de pupitre). En realidad ya estábamos envenenados de cuchichear y hacer tómbolas sobre la identidad del asesino, que por supuesto debía de ser algún adolescente, alguno de esos amigos de Daniel, de aquel instituto para pijos, todos muy chulos y con dinero de sobra para pagarse el capricho que quisieran. Una historia trágica, una detención escandalosa para los medios, un juicio rápido, llantos de las dos familias, alguna novia desesperada tal vez, un reportaje sobre la crueldad de la vida en la juventud y ale, a seguir. Nadie daba un céntimo porque la solución fuera otra, nadie conocía otra causa posible…y, sin embargo, era obvio que aquel asunto tenía algo que lo hacía complicado y sin sentido. La puerta se desatornilló en el momento justo, exactamente cuando Daniel estaba de espaldas a ella. El cráneo y la nuca quedaron destrozados; ni siquiera él tuvo tiempo de ver quién era el cabrón que lo mataba. Luego estaba la firma con la inquietante frase; y aquellas Vans, aquellas machacadas zapatillas que habían quitado de sus pies para dejarlas en la repisa de la ventana abierta, como si alguien invisible estuviera apunto de saltar al vacío del patio…o ascender al cielo.

En el instituto las hipótesis me asaltaban a cada paso y en casa el asunto dio unas conversaciones extraordinariamente largas en las comidas. Tuve que decir hasta qué marca fumaba cada compañero. Mi padre, el señor inspector, tienen sus métodos. A mi madre, pese a estar en la Científica, le va más lo psicológico. A mis hermanos, la acción, las persecuciones por el Madrid nocturno y los tiros. ¿Veis? Como no quieren que tenga debilidad por los asesinatos si en mi casa son como los pequeños placeres compartidos? Pero es cierto, mi afición era algo público. La novela policíaca no tiene secretos para mi, y escribir relatos donde los asesinatos y los suicidios eran muy usuales es un pasatiempo que me hace muy feliz. ¿Acaso hay algo mejor que pasar una buena clase pensando en un intrincado asesinato o buscando indicios criminales en el profesor? Todo el mundo lo sabía. Esa fue la conclusión a la que llegué ayer por la tarde, cuando por última vez mi padre se puso a darle vueltas a lo que ya era el asesinato perfecto. Pocos sospechosos y con coartada, ningún móvil. Lo único relevante que había en la vida de Daniel, a parte de algo de desmadre incontrolado los viernes por la noche, era esa sonrisa inocente que nos volvía locas a todas.

Todo el mundo lo sabía. Y, por primera vez, empecé a recordar. Era la tarde más apropiada para pasarla haciendo un trabajo de Geografía. Llovía. Estaba en su casa, en casa del chico aquel, con ojos de lechuza. Estrellados, de un color pálido pero intenso comparado con el gris de la habitación y el exterior. Llevábamos dos horas sin levantar los ojos del ordenador, con los condenados sectores de la economía en la retina. Ya era hora de un descanso, y me dejé caer como un peso muerto en el sofá. Era muy cómodo, todo lleno de motivos abstractos, donde no se distinguía ninguna forma clara. Encendí la televisión pulsando un botón cualquiera del mando. Sonaba un saxofón, muy pedante y glamuroso, que acompañaba de miedo a la lluvia.
El chico de los ojos de lechuza trajo dos vasos llenos de Coca-Cola. Adoro la Coca-Cola por encima de la Fanta y el agua, así que no le hice ningún asco. Maldita sea, que claro lo veo ahora todo.   Seré imbécil. Sabía extraña, con una pizca ácida al final. Casi dulzona, más bien. “¿Es Coca-Cola de cereza, de la que venden en Francia? Sabe muy bien. Yo me traje una botella del viaje, ¿y tú?”. Coca-Cola de cereza. Seguro. Era droga, así que ya podéis decir por ahí a decir a qué sabe la Coca-Cola de cereza. Me la tomé toda y en dos minutos veía un equipo de natación sincronizada bailando un tango en los motivos abstractos de sofá. Ahora que lo pienso, incluso me recuerda a la firma del crimen.
Empezamos a charlar. Primero superfluamente, pero luego me sorprendió con un “¿A quién matarías de la clase?”. Lo consideré un halago a mi afición y me tomé mi tiempo para responder, o para conseguir decir algo coherente. Yo reía en un susurro, pero casi histéricamente. En fin, risa tonta. Por una ridícula casualidad, me decidí por Daniel. No me preguntó la razón, pero se la dije de todas formas: “No aguanto que me rompa los bolígrafos.” Me dijo que estaba de acuerdo conmigo, que también mataría a Daniel pero por motivos más sustanciales. Luego vino un “¿Y cómo le matarías?”. Di varias vueltas en el sofá hasta que me sentí cómoda, pero luego me levanté de pronto y empecé a recorrer la habitación en círculos. Desgraciadamente, le contesté “Con algo que no se esperase nadie, algo sin sentido. La forma, directa, sin rodeos pero estremecedora, ¿qué tal un golpe de una puerta?; y dejaría pruebas, suficientes pruebas como para despistar y confundir a todos. No sé, por ejemplo alguna frase inútil, como…”Vete con los terroristas”, y algo simbólico…tal vez sus zapatillas colgando de una ventana.
Y el asunto se zanjó sin más preguntas ni reveladoras respuestas, porque perdí el conocimiento después de dar vueltas por toda la sala. Cuando desperté, el chico de ojos de lechuza me dijo, con mucho tacto, que me había quedado dormida y que era ya un poco tarde. Yo me fui a casa sin acordarme ni de los sectores económicos y todos tan contentos.

Vosotros, al igual que yo ayer por la tarde, debéis de tener ahora esa sensación en el paladar de que algo se os escapa, algo como un mal presentimiento. En efecto, hacéis bien. Si el asesinato misterioso era exactamente como lo había descrito yo en aquella lluviosa tarde, y en aquella lluviosa tarde solo había una persona más que oyó cómo mataría a Daniel…Es muy obvio que todas las papeletas para joven asesino se las lleva el chico de los ojos de lechuza. Eso ya me estremeció bastante, pero además empecé a sentir como si yo también hubiera matado a Daniel. Sí, yo también lo he matado. Todo ha sido hecho tal y como yo lo pedí, como para complacerme. No sé qué puede razones puede tener el chico de los ojos de lechuza contra Daniel, pero me parece una broma terrible que me haya implicado…Tal vez, si yo no le hubiera dicho nada, se hubiera quedado en un simple odio…Yo también lo he matado, soy el cerebro que movió la mano. Mierda, también soy la hija del inspector.
Inspector que ahora mismo está componiéndoselas como buenamente pueda, con mucha pompa y teléfono pinchado; mientras que yo ya sé quién es el asesino. Y, para acabar con los escalofríos, lo último que me estremeció fue que yo soy la única que conoce la identidad del asesino, pero claro, el que mata a un chaval aparentemente inocente también puede matar a alguien que sabe demasiado…Y quién me dice a mi que ese infeliz, ese al que tengo todos los días a unos metros, ese que supuso que yo no recordaría nada de aquella siestecilla, ese al que todos conocen con solo nombrar el apellido, en fin, ese que hace diez minutos que me he dado cuenta que está en la calle, esperando a que salga de casa para ir a este Club de Escritura. ¿Será con navaja, palos o me ahogará con una cuerda? Da igual, tengo que salir, os llevaré esta confesión improvisada, diré a todos quien ha sido el asesino de Daniel. Si ahora mismo soy yo quién está leyendo esto, habrá un asesino suelto menos en este mundo. Espero que no sea yo quien haya de ocupar su puesto…


                                            PUNTO FINAL

3 comentarios:

  1. Opinión: En resumidas cuentas es una historia de tu alrededor, sacada de lo que ves alrededor (en tu clase), es una historia que te agarra porque parece que te está pasando a ti y a la vez te sientes triste porque crees que lo que le pasa a quien lo escrito ( quiero decir a ti) es como un desapego a la vida (me recuerda a la Oda a la vida retirada de Fray Luis de León: " lejos del mundanal ruido") pero luego me encantó la parte más trágica, el asesinato, ha sido una maravilla seguir escuchando tus relatos y todas las cosas que escribes, sin este blog y sin el club de escritura no lo podría leer. Como siempre aquí leyendo y comentando, prefiero escribir comentarios, a decir comentarios.
    POSDATA: perdona que el viernes no te opinará, es que tenía un mal día, estaba muy candado y triste de la semana. Pero lo bueno de todo es que luego me puse a escribir el relato y se me ocurrió una historia muy parecida a la de Begoña, oscura y fría, pero no tan buena como la suya.
    Grandes Saludos Carmen ;D

    ResponderEliminar
  2. Oie una cosa, aunque sé q no tiene q ver con la entrada...
    Q tal el viernes el debate y la película de " El Club de Los poetas muertos"¿?
    Aquí te dejo un enlace: http://personal.telefonica.terra.es/web/0filosofia/Peliculas/club.htm

    Salu2 ;D

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pues el viernes bien, ahora mismito voy (o debería) a ponerme con la reseña de la película, que a mi particularmente me gusta mucho :)
      Descuida miraré en el enlace, y mañana sin falta en Cartapacio!

      Eliminar

Hola querido/a lector/a, gracias por dejar tus pensamientos para que todos podamos leerlos! Piensa lo que vas a decir, no insultes a nadie y está en tus manos hacer que tu comentario no sea spam :P

Os ruego que, en vez de poner todos Anónimo en el nombre como locos para luego firmar el comentario, PONGÁIS VUESTRO NOMBRE O ALGO QUE PERMITA IDENTIFICAROS (ej: Fulanito, club escritura, instituto Tal, campamento Cual, lector de Tal pais.) Estarán exentos de esto: las personas que todavía no tengan nombre, los refugiados políticos, los políticos y los marcianos.
Gracias por manifestarte (así sé que estáis ahí)!