viernes, 22 de marzo de 2013

¿Amor? Roma al revés.


Hola queridos/as lectores/as!!! Aquí me tenéis, solo abstractamente porque supongo que mi yo físico estará en Francia (mi yo espiritual es omnipresente). Aquí os dejo mi relato de la tercera sesión de Cartapacio, la cual nos llevó una linda tarde hablando y leyendo acerca del amor...No, mantengo mi aversión a los clásicos de Romeo y Julieta. Pero no me he podido resistir a un crimen pasional. By Carmen:D

¿Amor? Roma al revés.
¿Febrero? En febrero le conocí, en febrero me enamoré de él, en febrero empecé a odiarle y en febrero planeé matarlo  Pero no me juzgues por eso, yo le quería. Era perfecto. En realidad, todo había sido demasiado perfecto, demasiado visto, monótono. Pero para mi y cualquiera en mi lugar aquello no era monotonía, sino un crisol de sensaciones nuevas y un delicioso hormigueo en los pies y las manos. Cuando me dí cuenta de que contenía el aliento cada vez que le veía, supe que ya no había marcha atrás. Creo que nos enamoramos a la vez, así que todo fue muy rápido. El domingo de la primera semana de febrero me dijo que me quería y fui la chica más feliz del mundo. Yo no me atrevía a decírselo, pero él parecía estar seguro de saberlo.
La segunda semana de febrero fuimos juntos al cine. Lo nuestro ya era oficial en la facultad y no se hablaba de otra cosa. La noticia debió de sorprender mucho, nadie se esperaba algo así de mi. Por curioso que parezca, no recuerda nada de aquella cita, solo un halo de felicidad nublando todo lo demás. Y es que lo demás no importaba para nada, solo estábamos nosotros.
Fue al principio de la tercera semana cuando algo cambió. No, me equivoco, no cambió nada, tan solo fue que vi las cosas de otra forma. Porque le vi con ella. Le quería, me quería, ¿por qué entonces? ¿Acaso me había mentido? La ira me cegó. Sobre todo porque fuera ella. Una chica sin muchas luces, como cualquier otra. Rubia tenía que ser. No sé muy bien por qué, no dije nada. Ni siquiera a mis amigas. Me sentí despreciada, impotente ante aquel engaño. No tuve ánimos ni para comprobar que era realmente lo que me parecía. Daba igual, el odio me reconcomía como remedio a la desesperación y la tristeza. ¿Qué por qué hice aquello? Pues aún no estoy muy segura. Tal vez tú hubieras hecho lo mismo. Yo solo quería matarlo.

La cuarta semana fue consagrada al plan y su realización. Seguí viéndole de forma normal, cruzábamos las mismas palabras cariñosas de siempre. Investigué sobre los venenos más efectivos. Pero me pareció poco. Yo no quería cometer un crimen  yo quería vengarme. Después de él iría a por la rubia, desde luego. Decidí devolverle todo su amor con unas cuantas cuchilladas. Entonces se me antojó demasiado pringoso, necesitaba algo más sofisticado. Y lo encontré. Le quitaría el aliento con el que me dijo que me amaba, le ahorcaría. ¿Dónde? Las tétricas escaleras de su casa eran el sitio perfecto. Eran la única manera de subir a su piso, ascender por esas escaleras de suelo frío y desigual. En una de todas las vueltas que daban había una viga en el techo muy oportuna.
Primero, subiría a buscarle domingo por la mañana. Le despertaría con cualquier excusa. Me empeñaría en desayunar con él. Una droga relajante disuelta en su café me vendría muy bien para llevarle hasta las escaleras. No me importaba cómo de complicado fuese el plan, con tal de verlo allí muerto. Y todo porque aún lo quería.
El último día de febrero, el día de mi venganza  llegué muy tranquila y sonriente a su piso. Abrí la puerta con mis llaves. El silencio de la casa no me sorprendió, pero sí la brisa helada que me golpeó según entré. La gran ventana del salón estaba abierta de par en par. Él no estaba por ninguna parte y encima de la mesa había una nota que decía: "He salido por la ventana."
No hizo falta que me asomase para confirmarme que, allí abajo, estaba su cuerpo tirado y con pinta de tener muchos huesos rotos. Me enfadé con él porque se hubiera suicidado sin avisarme, y más cuando yo iba a matarlo. De todas formas, tampoco me esperaba que la rubia fuese su hermana, que había venido a la ciudad para visitar a su hermano mayor. En realidad, los dos eran rubios, pero durante ese mes me enteré de muy poco. Es lo que tiene enamorarse.
                                                    PUNTO FINAL

1 comentario:

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