sábado, 10 de noviembre de 2012

Lo que podría haber pensado un suicida mientras se tira desde un rascacielos.

Nadie ve a las nubes. Todo el mundo ve mil cosas en una nube, excepto una nube. Debe de ser la mar de frustrante. Unos ven perros, otros corazones y otros billetes. Pero, ¿sabemos en realidad cómo es una nube? ¿Hay algún momento de nuestras vidas en el que no nos dejemos influir por nuestra imaginación y veamos las nubes tal y cómo son? ¿Acaso no tienen derecho a ser nubes?
En el fondo, nos parecemos bastante. Ellas van surcando los cielos. Empiezan siendo algo grande, altivo y sugerente, pero a medida que recorren su autopista nubelícola, se hacen más pequeñas, menos definidas, transparentes y débiles. Se les acaba la energía para llegar al final. Todo para acabar desapareciendo como un suspiro. Como condecoración honorífica, puede una nube ser salvada del olvido gracias a una ocasional tormenta. Solo quedan las demás nubes para recordar a la desaparecida, y recordarse que ya no habrá más peajes que pasar.

Las nubes no saben que las observamos y no vemos nubes. ¿Sabemos nosotros que las nubes nos observan y no ven personas?

By Carmen:D

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