lunes, 27 de febrero de 2012

Dejadme morir en paz, por favor.

(Queridos lectores, introduzcan en su día a día la cordial fórmula de saludo con la que abro todos los post, porque hoy no estoy de humor para ponerla.)
Estoy harta. Hay mil formas de decirlo, la verdad. Con lo de hoy se me ha caído lo del rollo optimista. Hoy fue exceso de vitamina I (de indignación, por supuesto). ¿Cómo os lo diría?....con un relato, como no. Ahí va.
                                                    Dejadme morir en paz, por favor.

La gente, experimentada y conocedora de nuestra sociedad, debe de saber cual es el ambiente que se respira en un instituto. Sino, no permitiría que las cosas estuvieran como están. Eso era lo que pensaba Mafalda antes de entrar en un aula cualquiera de una hora cualquiera de una jornada escolar como todas las demás. No obstante, cuando salió de allí lo hizo completamente convencida de que o la gente no sabía nada de nada, o el mundo estaba mal.
Tocaba hacer un trabajo conjunto en una cartulina. Se trajo la información, las fotos, la cartulina y los rotuladores para acabar de decorarlo. Solo eran cinco en la clase. Solo cinco supuestas personas civilizadas.
Igual que todos los días, comenzaron las pullas. Todos los días se oían tacos, expresiones soezes, groseras, insultantes e indignantes. Que si a tí no te quiere ni tu madre, que si te abandonaron cuando naciste en el contenedor de la basura. Hablar era una opción nada recomendada. En el momento en que replicabas, los compañeros (recordemos que tan solo eran cinco) se lanzaban a ti como bestias sedientas de dolor. Pero unas bestias estarían más justificadas que ellos. Era un macabro concurso de dolor. El juego consistía en ser el que más daño hacía, el que soltaba el insulto más gordo, el que ponía la pose más chula, el que más aguantaba haciendo burla a la profesora. Un constante diálogo se producía entre los contrincantes. Tenías que ser rápido en una respuesta más grosera aún si querías conservar tu dignidad. Como si la dignidadse conservara así. Cualquier cosa podía ser objeto de burla. Marginado, empollón, enchufado...Y aún que fueras el más rápido y elocuente en tu respuesta, siempre habría alguien que te diría algo peor. A veces, bastantes, el ganador de turno se permitía dar un par de tortas a la víctima que quisiera. Sería respuesto, claro, por encima de todo la dignidad. Como si la dignidadse conservara así.
La profesora estaba al tanto de todo, era imposible que no oyera los tacos pronunciados casi a gritos y que no viera las constantes burlas que le hacían sus aprobados alumnos. De vez en cuando se oía algún "Venga, chicos, dejad ya de jugar". Como mucho te amenazaba con un negativo.
Al prinicipio Mafalda se enfrentó en aquel odioso juego, pero no lo pudo soportar mucho. La habían despreciado para todo el año. Eso le daba igual. Pero no podía comprenderlo. No podía entender como chavales de 13 o 14 años podían comportarse de manera tan cruel. No eran matones ni ningún género especialmente peligroso, eran gente de a pie. Imposible denunciarlo ante algún profesor. Ya lo había probado más de una vez y no te hacían caso.
Turbada, cambió su mochila hasta dejarla en el último asiento. El horrible juego continuaba en la mesa donde se trabajaba la cartulina. Nadie se daría cuenta sino estaba allí. Entornando los ojos, se acercó a la pizarra recién limpiada. Apreció el tacto liso de la tiza. Pasó toda la hora pintando una paisaje campestre que tenía como centro un gran y apacible árbol. Ya no había profesora que le diera ordenes, ya no había compañeros que la pudieran hacer daño. Ahora estaba ella sola. Si era la única forma de sobrevivir, así sería. Oyó como la llamaban.
- Sí, mi compañía no es recomendable, así que dejadme estar en mi rincón, por favor.
Si algún día vais a un aula cualquiera de un instituto cualquiera y veís un apacible paisaje campestre, acordáos de esa paz que tanto anhelaba nuestra protagonista y quién sabe si algún día consiguió.
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Lo primero que tengo que decir es que esta es una historia completamente verídica, sin ningún extra inventado. Quiero también decir que el cometido de este post es, únicamente, de haceros ver esta realidad de la forma más sencilla para mí, escribiendo. Creedme, tengo experiencia en esto. A cualquier persona que esté en una situación similar, que sepa que no está sola. By Carmen.

2 comentarios:

  1. Las Mafaldas nunca están solas!

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  2. Muchas gracias!!! Hay que seguir luchando siempre por tus objetivos!!

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