viernes, 18 de noviembre de 2011

El milagro

 Nueve menos veinticinco. Los alumnos, expectantes, esperan que el profesor con los exámenes preparados debajo del brazo, cruce el aula. Los jóvenes que serán sometidos a la alta prueba mental que les espera, contienen la respiración, un aterrador silencio llena el aula. De repente, como un rayo cruzando la inmensidad del cielo, se produce todo.
Por la puerta entra un ser que no se parece para nada a un profesor, vestía unos pantalones anchos con una cazadora de cuero negro motera, unas gafas negras en la cabeza y una guitarra a la espalda. Era un hombre de mediana edad, con alguna cana.
Avanza unos pasos, se planta en medio de la clase, mira de forma inquisitiva a todas sus victimas, cual vampiro que se va a merendar su mejor botín... y se presenta:
-Vuestro profesor de matemáticas tiene la gripe A y no podrá venir hasta dentro de un mes. Soy su sustituto, Vidorrio Martínez, profesor de la nueva signatura “Viva la juerga”.
Los alumnos miran atónitos a aquel hombre venido del cielo que les acababa de salvar de suspender. A alguno se le escapaban las lágrimas, el estupor colectivo era claro. Parecía que los niños se iban a quedar pensando si salir corriendo o aceptar la realidad. Entonces... suena la música y un fantástico solo de guitarra de rock se hace oír y los alumnos, más asombrados que nunca, vitorean al profesor, la alegría se extiende, nace la risa, el descontrol total.
Aquello fue el comienzo de una clase que nunca olvidarían en su vida.
En vez de preguntar los nombres de los alumnos como los demás sustitutos, Vidorrio se dedicó a hacer un fantástico numero de rock seguido de unos monólogos sobre lo aburridas que resultaban las clases de gimnasia. Los alumnos, subidos encima de las mesas, bailando y gritando como si de un concierto se tratase, no cabían en si de gozo. Lo mejor vino cuando el profesor sacó unos altavoces portátiles de su casco de motero,y empezó a bailar la macarena, los demás adolescentes lo imitaron, y hubo alguno que ya soñaba con verse bailando en Eurovisión.
Cuando ya llevaban un buen rato estudiando la fantástica clase de”viva la juerga”, el profesor les pidió que cogiesen sus abrigos y tocando con la guitarra el tema de “ Misión imposible” el comando “Diversión A tope” se dispuso a salir del centro con dirección a la tienda de chucherías más cercana. Porque, obviamente, una fiesta no es fiesta, si no hay comida de por medio.
En la calle nevaba y el suelo estaba cubierto con una gruesa capa de nieve. Algún enamorado, que no pudo resistirse a tirarle una bola de nieve al casanova que le había robado la novia, provocó una batalla campal a la que ni siquiera el más duro y serio de la clase pudo resistirse. Los chavales habían hecho barricadas y estaban tan absortos en aquella masacre blanca que cuando llegaron a la tienda de chucherías, parecían muñecos de nieve vivientes. Por unos momentos la anciana dueña de la tienda dudó si atenderlos o llamar a la policía.
Los alumnos aún no se habían acostumbrado a las extravagancias del profesor así que cuando este dijo que compraban todo el cargamento del local, los más golosos y los que no, empezaron a dar gritos como locos y a meterse en los bolsillos toda la comida posible. Vidorrio sacó un billete de 500€ de su cartera y se lo entregó a la anciana, quien al ver el billete de tales cantidades, decididamente, se desmayó.
Además de extravagante, divertido, loco y espectacular, su profesor era rico. Demasiado para un solo día. Cuando los “hombres de Vidorrio” cruzaron el vestíbulo del instituto con el profesor en cabeza, y saludaron con caras alegres a la secretaria, ésta no tuvo más remedio que tomarse una aspirina. Una vez en clase, con música y comida, la juerga continuó como si fuese una discoteca.
Al fina, la clase tenía pinta de basurero, envoltorios y guirnaldas adornaban el suelo. De repente, como si el demonio hubiese querido privarles de su paraíso... sonó el timbre. Aquel Ángel de la Juerga desapareció tan misteriosamente como había venido, dejando a su paso lágrimas.
Mientras la profe de naturales entraba por la puerta, los alumnos veían como todo aquel basurero desaparecía. Se preguntaron si habría sido un sueño, pero el empacho de su barriga les dijo que no.
Espero que os haya gustado este relato, que aunque no os lo creeáis viene ahora a cumplir un añito en mi archivo:P
Carmen=)

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